La vida no es igual, a los ojos de un niño, que a los de una persona mayor.
De eso tratan esta serie de relatos cortos.
Los duros años cincuenta, casi la posguerra española, vistos desde los ojos de una niña, una niña de familia muy humilde, sin casi nada.
Una vida llena de privaciones y sacrificios, pero donde cada cosa por más pequeña que fuera, era motivo para la ilusión, para la esperanza.
Donde la imaginación era el vehículo que la transportaba a mundos maravillosos.
Donde la ilusión era su mayor acicate.
Ahora que esa niña es mayor, muy mayor diría yo, sabe que la imaginación y la ilusión, son dos cosas que le han ayudado en el camino de la vida.
Ahora que esa niña es mayor, sabe que conserva intactas las dos cosas.
Ahora que esa niña es mayor, sabe que cuanto más feliz sea un niño, más sano y positivo será como adulto.
Las joyas que hace esta hacedora, se forjaron ya en su lejana infancia.
Las joyas más importantes de esta hacedora, son sus recuerdos imperecederos, la memoria de todos los que están y los que no están, de los que pasaron por su vida.
Todos, sin excepción, dejaron su huella.
De todos sin excepción, aprendió algo importante.
A todos sin excepción, les guardará eterna gratitud.
Los recuerdos. Joyas.
Sí Sole, los recuerdos son las mejores joyas que podemos conservar…
Estaba claro que tu vida discurriría rodeada e inmersa entre piedras preciosas. Tus pequeñas pero grandes historias, una joya, las seguiré con atención. Un abrazo..
Gracias José Luis, mi vida empezó entre piedras preciosas, que fueron las personas que formaron parte de ella desde el principio, entre las que te cuentas tú.
Un abrazo fuerte.
Fichada quedas para mi blogrollo
Fasedoira, hacedora…todo es lo mismo.
Bicos grandes